24.04.2025 • 5 min. tiempo de lectura
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Comprar una vivienda propia no es sólo crear un hogar: es también una inversión en su propio futuro. En lugar de pagar un alquiler mensual, que va a parar permanentemente al arrendador, el dinero de la compra se destina a crear su propio patrimonio. Por tanto, la propiedad de una vivienda puede ofrecer seguridad financiera a largo plazo, ya sea por vivir sin pagar alquiler en la vejez o por el posible aumento del valor de la propiedad.
Pero alquilar también tiene sus ventajas: Ofrece flexibilidad, un menor desembolso inicial y puede tener más sentido en determinadas etapas de la vida.
Nuestro artículo presenta las ventajas y desventajas de las distintas opciones y ofrece orientación para ayudarle a tomar la decisión correcta, teniendo en cuenta sus finanzas, situación vital, entorno de mercado y perspectivas de futuro.
Aspectos financieros: ¿Qué merece la pena a largo plazo?
El aspecto financiero suele ser el factor decisivo a la hora de decidirse a favor o en contra de una de las dos opciones. Si quiere comprar una propiedad, tiene que estar preparado para un desembolso inicial significativamente mayor que el de los inquilinos. Además del precio de compra, hay gastos adicionales como el impuesto de transmisiones patrimoniales, el notario, el agente inmobiliario y la celebración de un contrato de financiación. Las reservas para futuras reformas de su propiedad también forman parte de un cálculo realista. En nuestro artículo "Impuesto de transmisiones patrimoniales: aprovechamiento del potencial de ahorro" le explicamos detalladamente a cuánto ascienden estos costes adicionales y dónde existe potencial de ahorro.